Bodegas Carrascas, un sueño en busca de la excelencia

Bodegas Carrascas es un proyecto que nace en 2004 en el seno de la familia Payá. Su objetivo es elaborar y comercializar vinos exclusivos y con alma, con una clara vocación de excelencia para destacar entre los vinos elegidos por los consumidores más exigentes.

La bodega está situada en un enclave privilegiado al suroeste de la provincia de Albacete, entre las comarcas de Campo de Montiel y Sierra de Alcaraz, en el término municipal de El Bonillo. Se trata de un sueño hecho realidad en uno de los exclusivos y desconocidos terruños de Castilla-La Mancha, con el alma de los parajes que rodean a los viñedos y la autenticidad de la finca, ambos pilares de una filosofía que se percibe en cada uno de los vinos.

Carrascas es una bodega joven donde se ha sumado la ilusión a la experiencia de profesionales como el enólogo Ignacio de Miguel, como asesor técnico en la bodega, y José Ramón Lissarrague, como asesor de viñedo y campo. Además, todos los elementos de la bodega se armonizan con la batuta de Rafael Veas, director general de gran experiencia en el sector.

El viñedo

La finca Carrascas está rodeada de un ondulado paisaje con aromas a tomillo y romero, salpicado de míticas sabinas y carrascas centenarias. Se trata de un área protegida en la que con frecuencia se ven ciervos, águilas y avutardas que se detienen a beber en el río Pinilla.

La finca cuenta con unas 540 hectáreas, de las que solo las 55 que rodean la bodega se dedican al cultivo de la vid. Se trata de una pequeña producción en la que se mima la uva desde el campo a la bodega.

Los viñedos están situados a 1.000 metros de altitud, lo que se traduce en un clima continental, que se caracteriza por tener unos inviernos largos y fríos, primaveras medias, y veranos calurosos, con diferencias de temperatura entre la noche y el día de más de 15 grados. Estas especiales condiciones climáticas favorecen una larga y lenta maduración de la uva y aportan una mayor complejidad aromática al fruto.

Aquí conviven las variedades blancas viognier y chardonnay, con las tintas tempranillo, cabernet sauvignon, merlot y syrah. Las cepas hunden sus raíces en un suelo arcillo-calcáreo y crecen cultivadas en espaldera, donde reciben más directamente los rayos del sol, que favorecen la maduración y una mejor calidad de la uva.

Durante la recolección, que se realiza a mano, se lleva a cabo una estricta selección de parcelas y racimos, tras la que solo las mejores uvas entran en la bodega, gracias a un cuidadoso proceso de selección.

La fruta se recoge en cajas pequeñas de 10 kilos y se lleva a una cámara frigorífica para que baje la temperatura y se mantengan los aromas y otras características organolépticas, para al día siguiente comenzar con la elaboración.

La bodega

De líneas vanguardistas, la bodega se encuentra en el corazón de los viñedos y cuenta con una superficie de 2.600 metros cuadrados, donde se pueden ver, de forma diáfana, todos los trabajos que en ella se realizan diariamente.

El edificio se ha diseñado con criterios funcionales para generar un flujo de trabajo adaptado a las necesidades de elaboración de cada vino. Por este motivo, la bodega se divide en dos plantas.

La planta baja es el espacio donde se recepciona la uva. También se encuentra la cámara frigorífica para controlar la temperatura de los racimos, así como toda la maquinaria de vendimia para el tratamiento mecánico de la uva para obtención del mosto de forma controlada y minuciosa.

Desde este espacio -y por gravedad- se introduce el mosto en la bodega. También da acceso a la zona social del comedor, cocina y sala de catas.

Por otro lado, en la planta sótano, a ocho metros bajo tierra es donde se encuentra la zona de elaboración y crianza. Se trata de una gran estructura de hormigón que consigue preservar la temperatura y la humedad de forma constante durante todo el año sin necesidad de instalaciones de calor o frio.

El área de vinificación cuenta con 14 depósitos de elaboración de acero inoxidable de 5.000 litros de capacidad para vinos blancos y 6 tinos de madera de roble francés de 8.000 litros para vinos tintos. También aquí se encuentra el área de crianza donde los vinos adquieren sus matices más complejos en barricas de roble francés.

Elaboración y vinificación

El proceso de elaboración del vino comienza en la mesa de selección de racimo. Después se despalilla y, a continuación, pasa a la mesa de selección de grano. Por último, se somete a la uva a un estrujado.

En el caso de los vinos blancos, tras el estrujado se realiza un prensado suave en atmósfera inerte de la uva estrujada. El mosto por gravedad baja a la bodega, donde se introduce en depósitos de acero inoxidable de 5.000 litros o en barricas nuevas de roble francés específicas para blancos.

En el caso de los depósitos de acero inoxidable, primero se realiza un desfangado estático en frío y, después, el mosto limpio se somete a fermentación, se descuba y se almacena en depósitos en atmósfera inerte. Tras la clarificación y estabilización, el vino se somete a un filtrado antes de embotellarlo.

En el caso de los tintos, la uva estrujada entra por gravedad en la bodega en tinas de madera de roble francés de 8.000 litros de capacidad, donde realizan los procesos de la fermentación alcohólica y maloláctica. Tras el descube, el vino se almacena en tinas hasta el momento en que se destina a su envejecimiento en barricas de 225 litros.

Los Vinos
El Tomillo Y el Viento bailan

Aunque la cuna tradicional de la viognier es el sureste francés, parece que es en Carrascas, bodega situada en la localidad albaceteña de El Bonillo, donde esta variedad ha encontrado su ‘tierra prometida’. Porque aquí madura lenta y plenamente. Se vendimia a mano y en cajas de diez kilos cuando los técnicos así lo deciden por cata de uvas.

Una vez cosechado, el fruto reposa durante 24 horas en cámara frigorífica a una temperatura de cinco grados y después pasa por la selección de racimo. Tras el despalillado, se realiza la selección de bayas y se someten a un estrujado suave y un prensado en atmósfera inerte. Luego, el mosto se somete a una breve maceración, desfangado y fermentación a baja temperatura en pequeños depósitos de acero inoxidable. Por último, la crianza sobre lías se realiza durante seis meses en depósitos de acero inoxidable.

El resultado es un blanco brillante y luminoso, de color amarillo pajizo con reflejos verdosos. Destaca por sus aromas limpios y frescos que recuerdan a melocotón y flores blancas. Su punto fuerte está en la boca, con entrada fácil y placentera, se vuelve grande en el centro, y se va lentamente dejando un posgusto largo y agradable.

Origen de Carrascas

Este vino se elabora a partir de la variedad chardonnay, una uva que proporciona aromas de frutas tropicales, carnosas y con una buena acidez natural. Se vendimia a mano en plena maduración, cuando lo marca la cata de uva. Macera unas horas en frío y solo el primer vino, pasa a barricas de roble francés nuevas.

Siguiendo la tradición de los grandes vinos de Borgoña, se elabora en barrica nueva de roble francés. Aquí fermenta y continúa su crianza sobre las lías entre 9 y 12 meses, hasta que la cata continuada decide que ha llegado el momento de pasar a botella. El resultado es un vino fresco, pero potente, sabroso, complejo, largo en boca y con larga vida en botella. Es el vino gastronómico por excelencia.

Este chardonnay muestra un color amarillo pajizo alimonado.   En nariz destaca por su complejidad, donde se mezclan notas cítricas con recuerdos de panadería, sobre un ligero fondo de maderas limpias. La entrada en boca es muy untuosa, con notas de fruta madura, que se armonizan con recuerdos muy frescos de pomelo que aportan un punto de amargor. En el posgusto, los ligeros aromas tostados le aportan un recuerdo largo y grato.

Carrascas Tinto

Con este tinto de corte mediterráneo, que se elabora a partir de las variedades syrah y tempranillo, procedentes de cepas de más 15 años, se busca un vino en el que la fruta destaque y tenga personalidad. Para conseguirlo se destinan barricas de roble francés de un año. La duración de su reposo en barrica es de unos 12 meses. Posteriormente se realiza el ensamblaje y vuelve a la barrica hasta su embotellado que se realiza a los tres meses.

En este vino de agradable y franco aroma, se entremezclan los aromas frutales como guinda en licor y cereza con madera limpia. En boca tiene buena entrada y llega al centro de boca con recuerdos golosos, monte bajo y cacao. Pulido en su final, manifiesta aún una buena estructura que avisa de una buena evolución en botella.

Tiento de Carrascas

Este tinto de corte atlántico es el resultado del ensamblaje de vinos elaborados partir de uvas de las variedades merlot y cabernet sauvignon, procedentes de cepas de más de 30 años. Con este vino se busca complejidad y personalidad. Para conseguirlo se destinan barricas nuevas de roble francés, en las que permanecerá reposando durante 15 meses.

Tiento de Carrascas es un vino tinto de color rojo picota de alta capa. En nariz se presenta tímido, pero en la copa poco a poco se va abriendo. Cuando lo hace, aparece un complejo aroma de gran calidad, con recuerdos de fruta negra de bosque, pan tostado y gran mineralidad. Su gran momento llega en boca, donde se presenta carnoso, con volumen, lleno de sabor. Las notas de buena crianza aparecen en armonía con frutos maduros, con taninos marcados pero bien pulidos. Buen equilibrio entre alcohol, acidez y estructura. Largo en boca y gran persistencia.

Reserva de Familia

¿Osadía? ¿Valor? Si la pasión de toda bodega es intentar extraer el alma de su paisaje a través del viñedo, en el caso de la Selección Reserva de Familia de Carrascas se ha ido más allá.

Se trata de una línea de alta gama, que está integrada por vinos de guarda, con alta intensidad aromática y gran complejidad. Perfectos para poder apreciar en ellos los matices que marcan la diferencia en los grandes vinos: la frescura, la intensidad, la estructura, la elegancia, la complejidad y el equilibrio, así como un gran potencial de evolución.

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