Bodegas Emilio Moro presenta EL ZARZAL 2018, tercera añada de su vino más joven de El Bierzo, elaborado 100% con uva Godello y con crianza en fudre de roble francés.
El Zarzal es, junto con La Revelía, el resultado del esfuerzo dedicado por Bodegas Emilio Moro a su proyecto en El Bierzo, una zona vitivinícola en plena expansión y el fruto de su inquietud por añadir un blanco de calidad a su gama de tintos de Ribera del Duero.
La bodega vallisoletana ha querido trasladar la calidad y la singularidad de estos últimos a la denominación de origen leonesa, más conocida por los tintos de Mencía pero con mucho potencial para dar a luz grandes blancos.
Situado en el noroeste de la provincia de León, en el llamado Valle del Silencio, El Bierzo cuenta con un microclima especial para una viticultura también muy especial. La barrera natural de la Sierra de los Ancares calma el ímpetu de las borrascas atlánticas y genera una climatología continental con influencia oceánica que resulta ideal para el cultivo de la vid.
Allí se desarrollan plenamente el perfil aromático y las particularidades propias de la uva Godello, una variedad blanca que representa cerca del 6% de la uva que se cultiva en la zona. El Zarzal proviene de viñedos situados al inicio de las laderas, un terreno de suelos franco-arenosos con exposiciones umbrías en las que la fruta se mantiene fresca e íntegra.
Una añada de equilibrio
La añada 2018 vino marcada por una abundante pluviosidad y por la frecuente aparición de tormentas que, afortunadamente, no derivaron en problemas para la viña. Debido a la humedad, el trabajo en la viña fue exhaustivo, con el fin de impedir la aparición de enfermedades. El buen tiempo del verano, sobre todo a finales de septiembre, hizo que la madurez rematara de manera escalonada y excepcional.
Fermentado en fudres de roble francés, a temperatura controlada, y con posterior crianza en lías –que permite que la acidez se integre y armonice en la estructura y aporta múltiples matices–, El Zarzal 2018 es un vino muy brillante, de color amarillo pajizo muy tenue.
En nariz es limpio, fresco y fragante, con notas de fruta blanca madura y flores secas, sin dejar de lado la mineralidad típica de la variedad. Predominan las frutas de hueso, con casi imperceptibles notas a madera, siempre por debajo de la fruta. En boca mantiene esa frescura y resulta muy agradable de beber, gracias a una acidez y a un volumen sorprendente pero muy equilibrado. En definitiva, un fiel reflejo de la personalidad de la uva que le da vida.